“Agua para Chile” Ensayos realizados en Santiago de Chile, por un estudiante de doctorado, generaron agua a un costo energético de sólo $172/m3 (pesos chilenos)

Pablo A. Garcia-Chevesich
Señor Director,
Una reciente investigación de la Universidad de Arizona (liderada, coincidentemente, por un estudiante de doctorado chileno, quien ha sido un orgullo para esta Casa de Estudios y para nuestro país, por este y otros hallazgos tecnológicos ligados a la hidrología), ha resultado en la creación de un sistema que condensa agua de la atmósfera, consumiendo cantidades de energía insignificantes en comparación con los sistemas tradicionales. La eficiencia del sistema es tal que ensayos realizados en Santiago de Chile generaron agua a un costo energético de sólo $172/m3 (pesos chilenos). Para poner las cosas en perspectiva, en Petorca el costo asociado a la repartición del recurso mediante camiones aljibe ha superado los $17.000/m3, aunque también podemos contrastar estos nuevos valores con otros sistemas tradicionales de abastecimiento (aguas subterráneas, desalación, infraestructura de transporte, embalses), o incluso el costo del agua potable urbana (que en Chile puede superar fácilmente los $1.000/m3).
La otra novedad del sistema es que la inversión inicial es tremendamente baja, no requiere ni excavaciones ni infraestructura, no genera contaminación (sólo consume energía eléctrica en bajas cantidades), se puede diseñar para distintas escalas de producción y supera cabalmente cualquier otra tecnología existente en el arte de la condensación de humedad atmosférica. Además, el requerimiento energético es tan bajo que los prototipos pueden abastecerse fácilmente con energías renovables.
Esto abre una nueva era en la hidrología chilena (y del mundo), en la cual la atmósfera sí podría abastecer las necesidades de agua de cientos de miles de personas, no eliminando otras formas de abastecimiento que también serán necesarias en muchos casos. De hecho, ya se planea la instalación de prototipos pilotos en la Región de La Araucanía, en donde la intención es abastecer del recurso a pequeños campesinos con fines de riego de invernaderos y agua potable, lo cual se traduce en el reemplazo de norias (que se siguen secando y que hasta el momento la solución era profundizarlas) y de los camiones aljibe (costosos, contaminantes e indignos). Sin ir más lejos, con la voluntad política necesaria, la factibilidad de agua ya no sería un problema para procesos industriales y nuevas urbanizaciones, éstas últimas evitando la costosa conexión a las redes de las empresas concesionarias.
Por último, y no menos relevante, tenemos las aplicaciones ecológicas, pues estos dispositivos podrían utilizarse para recuperar humedales que se han secado por causa de una mala gestión de los recursos hídricos (por ejemplo, Aculeo), recarga de artificial acuíferos, abastecimiento de agua para ganado y proyectos de forestación, entre muchos otros temas de suma importancia.
Dicho esto, podemos decir que la tecnología para poner un final definitivo a la escasez hídrica en Chile (en forma rápida y económica) ya existe. Sin embargo, lo que necesitamos ahora es investigación para ver hasta dónde podemos llegar con estos nuevos prototipos, por un país próspero, sustentable y rico en recursos hídricos.
Pablo A. Garcia-Chevesich, Ph. D.
Hidrólogo.


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